JENNA CATO BASS

BIOGRAFÍA

Jenna Cato Bass es una escritora y cineasta sudafricana y antigua maga. Entre sus películas premiadas se encuentran el cortometraje The Tunnel (2010) y los largometrajes creados en colaboración Love the One You Love (2014) y High Fantasy (2017), que se han proyectado en todo el mundo, incluidos los festivales de Sundance, Berlinale y Toronto. Junto con Wanuri Kahiu, Jenna coescribió Rafiki, un romance de llegada a la madurez que se estrenó en Cannes en la sección Un Certain Regard en 2018. Su tercer largometraje como directora y guionista, Flatland, fue la película inaugural de la sección Panorama de Berlín en 2019. En 2019, Jenna dirigió el cortometraje Sizohlala, que contó con la producción ejecutiva del aclamado cineasta Jia Zhangke. Su cuarto largometraje, una sátira de terror, Mlungu Wam (Buena señora), coescrito con Babalwa Baartman, se estrenó en 2021. Jenna también imparte clases de dirección y guion en la Universidad Tecnológica de la Península del Cabo y es miembro fundador del colectivo Free Film School.

FILMOGRAFÍA

2021 Mlungu Wam (Buena señora), largometraje de ficción

2019 Sizohlala, cortometraje de ficción

2019 Flatland, largometraje de ficción

2017 High Fantasy, largometraje de ficción

2014 Love the One You Love, largometraje de ficción

2010 The Tunnel, cortometraje de ficción

2011 Breathe Out, cortometraje

COMENTARIO DE LA DIRECTORA

Recientemente he visto muchas películas de terror y me llamó la atención lo poco que las películas del género tocan los horrores cotidianos de nuestra sociedad. Es más, el tipo de terror vicario que se produce rara vez le ocurre a la gente que realmente experimenta estos miedos, y los experimenta con la suficiente frecuencia como para volverse inmune. Me refiero a los horrores de la pobreza, la enfermedad, la falta de hogar, la falta de tierra, el racismo, la falta de poder y la opresión. El género de terror puede ser una herramienta inmensamente poderosa tanto para la crítica social como para el entretenimiento que invita a la reflexión. Se mire como se mire, nuestra realidad política es una historia de terror. Para mí nada lo resume mejor, o más personalmente, que las relaciones raciales en Sudáfrica, en las que estoy implicada. Y nada simboliza más esta toxicidad que la dinámica de la Señora-Madam, que sin duda ha afectado a mi vida y a la de todos mis contemporáneos, sin distinción de raza ni de clase. Si todavía hay alguna duda de que nuestro pasado persigue a la Sudáfrica actual, no hay más que ver la carga de trauma generacional que cargamos a nuestras espaldas como un terror nocturno, sin importar cuántas elecciones democráticas o ejercicios de construcción de la nación atravesemos. Mlungu Wam (Buena señora) es un intento de exorcismo, un Get Out! (Déjame salir) no para las víctimas, sino para sus opresores.

 

Otro concepto que está dando forma actualmente a Sudáfrica es el de la expropiación de tierras sin la compensación que permitiría a los sudafricanos negros recuperar la libertad económica, que durante tanto tiempo ha sido exclusiva de los blancos, y posteriormente de una selecta élite negra. La idea de que cambien las tornas se ha convertido en el sueño más pesadillesco o utópico de la nación, dependiendo de su demografía racial. Es un tema que parece tan tabú que apenas se ha abordado en la ficción.